Tuesday, July 17, 2012

RSE en Argentina (Tercera Parte)

Último suelto (por ahora), sin conclusiones preliminares ni editorializar demasiado.
La primera parte es una de las miniaturas de los sábados de Pagni, describiendo como Enrique Eskenazi se quedaba con el 15% de la donación de YPF para el mantenimiento del Rosedal, a través de la empresa contratada para embellecer el paseo, Mantenimientos y Servicios S.A. (acá)
La segunda es un reportaje a la socióloga Maristella Svampa que apareció la semana pasada en la revista uruguaya Brecha, respecto del uso de la RSE y el desarrollo sustentable con fines estratégicos por la industria minera (acá). Transcribo el párrafo que interesa

"En primer lugar, mis trabajos hablan del pasaje del Consenso de Wa­shington al consenso de los commodities en América Latina. El consenso de los commodities implica una base común entre aquellos países con gobiernos progresistas y los neoliberales: la extracción y exportación de materias primas, sin valor agregado, y a gran escala, hacia los países más poderosos. De esto se desprenden varias cuestiones: entre ellas, la consolidación de un modelo de desarrollo neoextractivista, que acepta como destino la idea de América Latina como exportadora de naturaleza, minimizando los impactos sociales, territoriales ambientales, sanitarios y políticos que pueda tener este proceso, más aun en el marco de una crisis ambiental y civilizatoria. Otro de los elementos en común es una concepción productivista del desarrollo que viene de la mano del discurso global. Éste tiene eje en nociones como desarrollo sustentable –aunque en su versión “débil”–; responsabilidad social empresarial y gobernanza, y supone una alianza estratégica con las grandes empresas trasnacionales. En ese marco, por ejemplo, casi todos los países promueven mitos que asocian megaminería y desarrollo, megaminería y trabajo. No importa si la historia larga y los emprendimientos hoy existentes muestran que la megaminería está lejos de convertirse en un motor de desarrollo regional, o si ésta es más bien “capital intensiva” que “trabajo intensiva”. Hay una fuerte producción sociodiscursiva que apunta a crear una narrativa centrada en el “progreso”, el “trabajo”, a fin de lograr la aceptación por parte de las poblaciones. Aun así, considero que el consenso de los commodities no trae aparejado un “discurso único”, sino que instala un espacio de geometría variable, a partir del cual el Estado asume roles diferenciados, pero en el marco del reconocimiento de las grandes empresas como actores centrales. Así, el Estado aparece dotado de otras competencias, pero ya no es un megaactor como lo era en otras épocas ni tampoco su retorno es garantía de cambios reales. Sea que hablemos de los países pertenecientes al alba o al Mercosur, todo parece indicar que, más allá de las fuertes tensiones y contradicciones existentes entre movimientos sociales antiextractivistas y gobiernos neodesarrollistas, las políticas públicas están lejos de ser pensadas desde un paradigma alternativo, a la vez posneoliberal y posdesarrollista."

Monday, July 16, 2012

RSE en Argentina (Segunda Parte)

Esta es la segunda nota sobre la relación entre el Estado y los mercados durante los últimos años. Es una lúcida nota de Diego Genoud en LN de mediados de Junio (acá). Continuando la línea de la nota editorial anterior, que denunciaba la connivencia de los empresarios con los abusos del poder estatal y el temor a ser "víctimas de esos abusos", el periodista compila los testimonios de empresarios, economistas, politólogos, y analistas de opinión pública acerca del balance deseable entre intervención estatal e iniciativa privada, para usar los términos en los que LN define el problema.
Carlos Acuña, el prestigioso politólogo de la UDESA, destaca un cambio en la relación entre el poder político y la elite empresaria nacional:
"Lo original de los gobiernos kirchneristas es que, gracias a condiciones internacionales propicias y políticas audaces, devolvieron autonomía al Estado con respecto a las elites tradicionales. Más allá de errores o tosquedades, esa capacidad de «disciplinamiento» muestra aspectos positivos en una historia de vetos e imposiciones de elites sospechadas. No reconocerlo es perder de vista algo central de la lógica política argentina actual".
El dirigente empresario Gustavo Grobocopatel la ve diferente y destaca la incertidumbre que siguió a la expropiación de YPF: "Lo peor fue cómo se hizo. Ahora, cualquier negocio puede ser declarado de interés público. Los bancos, el acero, el azúcar". Vaticina que la UIA del futuro estará llena de empresarios del campo. Y distingue a contratistas y proveedores del Estado, empresas que viven del consumo interno y las que dependen de capitales internacionales. Sólo estos últimos prometen, dice.
La nota aporta opiniones respecto del perfil y de la naturaleza del empresario argentino de la última década - "ser rápido y vivo" dice Fidanza de Poliarquía, "individualistas y sin un marco de proyecto de desarrollo" dice Castellani de la UNSAM - y deja como cierre un mensaje de "optimismo": la confianza que la experiencia "traumática del kirchnerismo" ayuda a constituir organizaciones empresarias más sólidas, que puedan defender esos intereses en el mediano plazo a la manera de las organizaciones sindicales.
Es evidente que la lectura de la realidad es bien diferente. Los comentaristas que defienden las políticas del gobierno sostienen que el débil en esta puja es el Estado, frente a las grandes corporaciones. Los críticos del gobierno, entre los que se cuenta a LN, ven un Estado poderoso que infunde el miedo, siembra incertidumbres, y reserva la parte del león para los amigos.
Cualquiera sea la lectura de coyuntura sobre el poder relativo de los "contendientes", la discusión de fondo sobre la participación relativa del Estado en el sistema económico y la idea misma de plantear la relación entre poder político y económico en términos de contienda sigue abierta. Sobre esto deberíamos hablar. En la academia y en la delibración pública.

Sunday, July 15, 2012

RSE en Argentina (Primera Parte)

Se cumple un año desde nuestro regreso a Argentina. Un año intenso en noticias acerca de la gobernanza pública y privada que nos convoca.
Debo un reporte sobre el estado del arte desde la fresca mirada de alguien que ha estado afuera durante ocho años. Lo que sigue son tres sueltos, tomados de sendas notas del diario La Nación, publicadas en los dos últimos meses. Serán sin editorializar demasiado, aunque la elección de esas noticias revela una dirección. El medio elegido, además, revela una estrategia que no puede ser sospechada de hostil a los negocios y a los mercados, en tanto es La Nación una de las publicaciones más favorables a los negocios y - por sus declaradas convicciones religiosas - más abiertas a la promoción de la RSE (asumo que el concepto se conoce, y en todo caso las notas que siguen pueden hacer una contribución a definir la noción que se tiene en mente de RSE). La primera es una nota editorial de LN, aparecida el 4 de Mayo pasado (acá), que usé como disparador de discusión del primer encuentro de un curso de MBA en business ethics. El editorialista se pregunta, en el título, "Empresarios o cortesanos?". Y exige a la clase empresaria argentina más firmeza "frente al creciente avance del Gobierno sobre la iniciativa privada y los permanentes abusos de poder." En esta concepción de RSE, los empresarios deben hacer una contribución "para la preservación de la República."
Aquí el párrafo central:

"Sí se habla, cada vez más, de la responsabilidad social empresaria (RSE), pero se suele olvidar que la más básica de todas las responsabilidades es poder ejercer la vida empresaria arriesgando capital y aceptando la competencia local o externa en beneficio de los consumidores. Hablar claro, señalar lo que está mal y reclamar el espacio necesario para ejercer la actividad empresaria también es RSE.
El silencio de muchos dirigentes empresariales reconoce tristes razones. En algunos, pesa el temor a perder alguna prebenda, subsidio o reserva de mercado. En otros, la conciencia de que no podrían soportar una inspección de la AFIP. Aunque, en la gran mayoría, prevalece el miedo a represalias que han demostrado ser tan feroces y arbitrarias como contundentes.
Y así se ha llegado a tal extremo que los empresarios han dejado de demandar algo tan elemental como tener reglas de juego claras y disponer del mínimo de libertad para la iniciativa emprendedora.
Claro que no se les puede reprochar exclusivamente a los empresarios la pobreza de su papel en la escena colectiva. El empresariado argentino es hijo de una sociedad que penaliza la riqueza, que no siempre entiende la ganancia como un premio al esfuerzo, que prefiere la protección en vez del riesgo y la competencia. Es primo hermano de una clase política con graves inclinaciones demagógicas, que fomenta el gasto en vez del ahorro y la inversión, y que renuncia a defender a las empresas maltratadas por temor a que se vea en esa defensa una actitud oligárquica. Una abstención que se vuelve escandalosa porque muchos de los políticos que la adoptan recurren a esas mismas empresas para financiarse en sus campañas."

(*) La referencia al uso inquisitorial de la AFIP se ha confirmado en la semana, con la clausura de una inmobiliaria luego de que su dueño, el Sr. Toselli, confirmara a un periodista de Clarín que las operaciones inmobiliarias se habían reducido drásticamente a partir de las restricciones cambiarias impuestas por el gobierno nacional (ver acá). La presidente había anunciado estas medidas contra Toselli por cadena nacional (acá), el día anterior, denunciando a Toselli por no presentar sus declaraciones juradas.