Sunday, July 15, 2012

RSE en Argentina (Primera Parte)

Se cumple un año desde nuestro regreso a Argentina. Un año intenso en noticias acerca de la gobernanza pública y privada que nos convoca.
Debo un reporte sobre el estado del arte desde la fresca mirada de alguien que ha estado afuera durante ocho años. Lo que sigue son tres sueltos, tomados de sendas notas del diario La Nación, publicadas en los dos últimos meses. Serán sin editorializar demasiado, aunque la elección de esas noticias revela una dirección. El medio elegido, además, revela una estrategia que no puede ser sospechada de hostil a los negocios y a los mercados, en tanto es La Nación una de las publicaciones más favorables a los negocios y - por sus declaradas convicciones religiosas - más abiertas a la promoción de la RSE (asumo que el concepto se conoce, y en todo caso las notas que siguen pueden hacer una contribución a definir la noción que se tiene en mente de RSE). La primera es una nota editorial de LN, aparecida el 4 de Mayo pasado (acá), que usé como disparador de discusión del primer encuentro de un curso de MBA en business ethics. El editorialista se pregunta, en el título, "Empresarios o cortesanos?". Y exige a la clase empresaria argentina más firmeza "frente al creciente avance del Gobierno sobre la iniciativa privada y los permanentes abusos de poder." En esta concepción de RSE, los empresarios deben hacer una contribución "para la preservación de la República."
Aquí el párrafo central:

"Sí se habla, cada vez más, de la responsabilidad social empresaria (RSE), pero se suele olvidar que la más básica de todas las responsabilidades es poder ejercer la vida empresaria arriesgando capital y aceptando la competencia local o externa en beneficio de los consumidores. Hablar claro, señalar lo que está mal y reclamar el espacio necesario para ejercer la actividad empresaria también es RSE.
El silencio de muchos dirigentes empresariales reconoce tristes razones. En algunos, pesa el temor a perder alguna prebenda, subsidio o reserva de mercado. En otros, la conciencia de que no podrían soportar una inspección de la AFIP. Aunque, en la gran mayoría, prevalece el miedo a represalias que han demostrado ser tan feroces y arbitrarias como contundentes.
Y así se ha llegado a tal extremo que los empresarios han dejado de demandar algo tan elemental como tener reglas de juego claras y disponer del mínimo de libertad para la iniciativa emprendedora.
Claro que no se les puede reprochar exclusivamente a los empresarios la pobreza de su papel en la escena colectiva. El empresariado argentino es hijo de una sociedad que penaliza la riqueza, que no siempre entiende la ganancia como un premio al esfuerzo, que prefiere la protección en vez del riesgo y la competencia. Es primo hermano de una clase política con graves inclinaciones demagógicas, que fomenta el gasto en vez del ahorro y la inversión, y que renuncia a defender a las empresas maltratadas por temor a que se vea en esa defensa una actitud oligárquica. Una abstención que se vuelve escandalosa porque muchos de los políticos que la adoptan recurren a esas mismas empresas para financiarse en sus campañas."

(*) La referencia al uso inquisitorial de la AFIP se ha confirmado en la semana, con la clausura de una inmobiliaria luego de que su dueño, el Sr. Toselli, confirmara a un periodista de Clarín que las operaciones inmobiliarias se habían reducido drásticamente a partir de las restricciones cambiarias impuestas por el gobierno nacional (ver acá). La presidente había anunciado estas medidas contra Toselli por cadena nacional (acá), el día anterior, denunciando a Toselli por no presentar sus declaraciones juradas.  


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